La Costa Brava es, sin duda, una de las costas más fascinantes del Mediterráneo. A lo largo de sus aproximadamente 214 km —desde Blanes hasta Portbou— se despliega un paisaje de acantilados escarpados cubiertos de pinos, pueblos pesqueros llenos de carácter y calas que conservan un aire casi intocado por el tiempo.
En este litoral de contrastes, donde la roca se funde con el azul del mar, cada playa tiene una identidad propia: algunas resultan cómodas y accesibles, perfectas para ir en familia, mientras que otras requieren un pequeño esfuerzo de acceso que queda más que recompensado con vistas inolvidables.
A continuación, te invitamos a recorrer una selección de playas de la Costa Brava que combinan belleza natural, serenidad, historia y ese encanto mediterráneo tan auténtico.
Cala Estreta (Palamós): el lujo de no tener prisa
Cala Estreta es la definición de cala salvaje en la Costa Brava. Para llegar no hay parking a pie de arena: hay que dejar el coche en la playa de Castell y seguir el camino de ronda unos 20–25 minutos entre pinos, rocas y el mar siempre al lado. Ese pequeño “esfuerzo” hace que, incluso en pleno verano, el ambiente siga siendo tranquilo y muy distinto al de las playas urbanas.
La cala es estrecha, como indica su nombre, con arena mezclada con rocas y un agua tan transparente que las embarcaciones de recreo la eligen a menudo para fondear. No hay chiringuitos, duchas ni servicios: aquí vienes a escuchar las olas, a hacer snorkel entre las rocas y a olvidarte del reloj. Es también un clásico para quienes practican nudismo, así que el ambiente suele ser relajado y muy respetuoso.

Platja Fonda (Begur): una cala oscura y silenciosa bajo los acantilados
Oculta bajo la urbanización de Fornells, Platja Fonda es una de las calas más singulares de Begur. Para verla hay que comprometerse: un buen tramo de escaleras te lleva desde la parte alta del acantilado hasta un rincón encajado entre paredes de roca y pinares, donde el mar parece hablar en voz baja.
En lugar de arena dorada, aquí encontrarás una mezcla de arena gruesa y grava de tonos oscuros, que contrasta con el azul intenso del agua y refuerza ese aire misterioso y poco urbano. No hay chiringuitos ni grandes servicios, pero precisamente por eso sigue siendo una de las calas más tranquilas del litoral de Begur. Es perfecta para quien busca silencio, sombra durante parte del día y un paisaje casi teatral. Eso sí, las piernas notan las escaleras a la subida.

Cala Taballera (Cadaqués / Cap de Creus): la recompensa tras la caminata
Cala Taballera no es una cala a la que “se pasa un momento”; es un destino en sí mismo. Está dentro del Parc Natural del Cap de Creus y para llegar desde Cadaqués o El Port de la Selva hay que seguir senderos que suben y bajan entre colinas, muretes de piedra seca y vegetación mediterránea.
Cuando por fin aparece, Taballera se abre como un anfiteatro natural: una curva amplia de mezcla de arena gruesa y grava, rodeada de relieve abrupto y con una bahía muy protegida, donde el mar suele estar sorprendentemente calmo. No hay paseos marítimos, ni bares, ni sombrillas alineadas. Sólo mar, viento y, a veces, algún velero fondeado frente a la orilla. Es una cala ideal para senderistas y amantes de la sensación de “fin del mundo”, siempre que se respete el entorno y se lleve todo lo necesario: agua, algo de sombra y calzado cómodo.

Cala Sa Cova (Platja d’Aro): un escondite íntimo junto al bullicio
Muy cerca del animado centro de Platja d’Aro, Cala Sa Cova parece pertenecer a otra costa. Es una cala pequeña, de unos 50–55 metros de largo, situada justo bajo un acantilado y rodeada de pinos que se asoman al mar. El acceso se hace a través del camino de ronda desde Cala Rovira, y el propio trayecto ya es parte de la experiencia, con túneles excavados en la roca que conectan pequeñas calas vecinas.
La arena es gruesa, el fondo cae poco a poco y el agua se mantiene limpia y clara, perfecta para nadar o hacer snorkel pegado a las rocas. No encontrarás grandes servicios, pero sí la sensación de estar en un pequeño anfiteatro natural frente al mar. En temporada alta se llena rápido, así que lo mejor es madrugar y disfrutar de las primeras horas del día, cuando la cala aún está en silencio.

Cala S’Alguer (Palamós): una postal viva de la Costa Brava marinera
Más que una playa al uso, Cala S’Alguer es un pequeño escenario donde el tiempo parece detenido. La orilla es de piedras, el agua clara y delante se alinean casitas de pescadores encaladas con puertas de colores, declaradas Bien Cultural de Interés Nacional por su valor histórico y paisajístico.
Se llega caminando, normalmente desde la playa de Castell o por el camino de ronda, y al acercarte empiezas a ver barcas varadas, cuerdas, redes y detalles que recuerdan al pasado pesquero de la zona. No es la cala más cómoda para tumbarse horas y horas, pero sí una de las más fotogénicas y auténticas de toda la Costa Brava. Ideal para una pausa larga, un baño rápido y un rato de contemplación: los pinos llegan casi hasta el agua y el conjunto entero parece sacado de una película antigua.

Cala Aiguablava (Begur): el “caribe” de la Costa Brava
Aiguablava es probablemente la cala más famosa de Begur, y no es casualidad. La combinación de arena muy fina, un arenal ancho y corto y unas aguas de un turquesa intenso crean un paisaje que recuerda a algunas calas de las Baleares. El entorno está protegido por pequeñas laderas verdes y eso hace que el mar, por lo general, sea tranquilo y poco profundo, ideal para familias con niños o para quienes se sienten más seguros tocando fondo.
A diferencia de otras calas salvajes, aquí sí hay bastantes servicios: duchas y baños adaptados, chiringuito, socorristas, centro de buceo e incluso parking justo al lado de la playa (de pago en verano). Eso significa también que en plena temporada la ocupación es alta y conviene madrugar o visitarla fuera de julio y agosto. Aiguablava funciona muy bien como base para pasar el día completo: baño, snorkel, algo de kayak y, después, comida con vistas al mar.

Cala de Rosamar (Santa Cristina d’Aro): curvas, pinos y calas familiares
La zona de Rosamar, entre Sant Feliu de Guíxols y Tossa de Mar, es un pequeño mundo aparte. Para llegar hay que tomar una carretera de curvas que se va pegando al acantilado hasta la urbanización, rodeada de bosque mediterráneo.Abajo, el premio: un conjunto de calas pequeñas y muy fotogénicas, con roca rojiza, pinos inclinados sobre el agua y ese ambiente de refugio escondido tan típico de la Costa Brava.
En este tramo encontrarás playas como Cala Canyet, con su famosa pasarela de piedra sobre el mar, que se ha hecho conocida como uno de los rincones “secretos” del Baix Empordà. Son calas donde suele haber servicios básicos en verano y un ambiente familiar, pero sin la masificación de los grandes núcleos turísticos. Perfectas para pasar el día con niños, alternando chapuzones, snorkel entre las rocas y ratos de sombra bajo los pinos antes de emprender de nuevo la carretera de curvas de vuelta.

La Costa Brava, un paraíso para descubrir a pie y sin prisa
Explorar las playas y calas de la Costa Brava va más allá de una escapada de verano: es una invitación a conectar con la naturaleza, la cultura y el mar. El sendero conocido como Camí de Ronda bordea buena parte del litoral y permite enlazar muchas de estas joyas paseando entre acantilados, miradores y pinares.
Cada tramo ofrece una nueva perspectiva: playas escondidas, antiguas torres de vigilancia que miraban al mar, miradores naturales y el aroma inconfundible de la brisa salada mezclada con el pino y la roca.
Quien visita la Costa Brava fuera de la temporada alta descubre una cara distinta del litoral: tranquila, luminosa y perfecta para disfrutar del paisaje sin prisas. En primavera y otoño, el mar aún mantiene una temperatura agradable y las calas se tiñen de una luz suave que invita a la contemplación.
Preguntas frecuentes sobre las playas de la Costa Brava
¿Cuál es la mejor época para visitar la Costa Brava para disfrutar de las calas tranquilas?
La temporada alta (julio-agosto) es la más concurrida, así que para evitar aglomeraciones lo ideal es ir en mayo, junio o septiembre.En estos meses el clima sigue siendo agradable, el mar apto para el baño, pero con menos turistas.
¿Cómo llegar a calas menos accesibles como las que nombras (por ejemplo la Cala Estreta o la Cala Taballera)?
Muchas de estas calas requieren caminar desde el aparcamiento o desde la carretera. Por ejemplo, para llegar a Cala Estreta hay que dejar el coche en la playa de Castell y caminar unos 20-25 min por el camino de ronda. (Tu texto ya lo indica).
Solución: Llevar calzado cómodo, agua, quizá algo de sombra portátil y planificar bien el transporte de regreso.
¿Qué servicios tienen (o no) estas calas escondidas? ¿Y qué implica para la visita?
Muchas calas “menos urbanas” no tienen chiringuitos, duchas, sombrillas ni socorrista. Ejemplo: Cala Estreta no tiene servicios.
Solución: Llevar lo necesario: protector solar, agua, algo de comida, toalla, y prever que puede no haber mucha sombra o infraestructura.
¿Estas playas son aptas para familias con niños?
Depende. Algunas calas de la Costa Brava tienen accesos complicados o fondo rocoso, lo que puede no ser ideal para niños pequeños. Por ejemplo, la Platja Fonda (Begur) requiere bajar escaleras.
Solución: Elegir calas más accesibles y con servicios para familias (por ejemplo la Cala Aiguablava es más apta). También verificar pendiente del fondo, presencia de sombra, etc.
¿Es necesario reservar aparcamiento o llegar muy pronto?
Sí, especialmente en temporada alta. Muchas calas tienen aparcamiento limitado. Solución: Madrugar, llegar temprano, considerar transporte alternativo (bus, bicicleta), o elegir calas menos concurridas.
¿Se puede practicar snorkel o buceo en estas calas?
Sí — varias calas de la Costa Brava tienen aguas cristalinas, fondos roca/vegetación y son ideales para snorkel. Por ejemplo se menciona en tu texto para Cala Estreta y otras.
Solución: Llevar máscara de snorkel, calzado de agua (si fondo rocoso), respetar la flora/fauna y no tocar la posidonia ni piedras vivas.
¿Qué hacer si las playas están llenas?
Considerar calas menos conocidas o de acceso más lento; o visitar temprano o al atardecer. En un artículo lo llaman “calas escondidas”.También se puede hacer senderismo por el litoral (como el Camí de Ronda) o excursiones en barco para descubrir rincones más tranquilos.
¿Cuál es la mejor forma de moverse por la Costa Brava para visitar varias playas?
Tener coche facilita mucho, porque muchas calas tienen acceso limitado por transporte público. Sin embargo, para algunos visitantes, combinar transporte público + caminar puede ser una buena opción si se planea bien. Solución: Planificar ruta, tener flexibilidad y mirar mapas de aparcamiento y transporte.
¿Hay restricciones de acceso o normas especiales que debo conocer (por ejemplo para nudismo, mascotas, drones)?
Sí, algunas calas permiten nudismo (como Cala Estreta se menciona en tu texto). También pueden existir normas entre verano/invierno, o para drones/mascotas en algunos municipios. Solución: Verificar antes de acudir la normativa municipal del municipio concreto (Begur, Palamós, Cadaqués, etc).
¿Qué equipos conviene llevar para disfrutar bien de una cala más “naturaleza” y menos urbana?
Calzado cómodo, agua, snacks, protector solar, gorra, toalla, mochila ligera, posiblemente máscara de snorkel, calzado para el agua. Si no hay servicios: llevar bolsa para residuos, evitar plásticos de un solo uso. Solución: Hacer una “mini check-list” que el lector lleve consigo.

Soy Priscila Heimer – bloguera, especialista en marketing digital y apasionada descubridora de la Costa Brava. Mi lema de vida: Persiste sin cesar hasta que tus sueños se conviertan en realidad. Me encontrarás disfrutando de las playas, explorando la gastronomía local o pasando tiempo en nuestra masía cuando no esté detrás de la pantalla.





